Mi hogar...
Ha sido un día muy
largo, a pesar de que salí temprano del trabajo, lo único que quiero en estos
momentos es llegar a casa, y con este clima que parece que va a llover me dan
ganas de leer y tomarme un rico, caliente y humeante café.
Pero aquí estoy,
sentada en el auto, escuchando la nueva canción de Pink. Sonrió al escuchar I wish I can go back to playing barbies in
my room.
Levanto mi vista
del estéreo, poder ver desde el carro la ventana de mi habitación y ver que las
niñas juegan sobre mi cama, esperándome, me trae recuerdos con mi hermana
haciendo lo mismo.
Últimamente mis
hijas me esperan en mi habitación, así cuando ven que llego y se dan cuenta que
las vi, salen corriendo como si no las hubiera visto.
Doy un suspiro y
salgo del carro. Al pasar por la ventana de la entrada veo que la chimenea esta
encendida, al entrar, siento como el calor que sale de la chimenea inunda cada
parte de mi cuerpo y me relaja, observo buscando a Blanquita, la niñera de las
niñas, pero no está.
Desde aquí no puedo
ver la estancia, pero imagino que ahí están Marijo y Mia, puedo escuchar sus
pequeñas risas y la televisión de fondo.
Giro a la derecha,
hacia el pasillo para entrar a mi cuarto, y veo que al final de este sale
Blanquita de la lavandería tarareando una canción. Cuando se da cuenta que
estoy ahí me sonríe y se acerca, me saluda con un hola y me explica que prendió
la chimenea porque según mis hijas tenían frio. No me quejo, me encanta cuando
esta prendida, me recuerda a todas las Navidades en familia, donde reíamos y
cantábamos toda la noche, me hace sentir que no hay mejor lugar en el mundo que
mi hogar.
Entro a mi cuarto
para dejar mi bolso, camino hacia la ventana para cerrar las cortinas, me
detengo al notar que ya empezaron a caer las primeras gotas de lluvia. Me doy
la vuelta y camino hacia el vestidor que está a la izquierda de la habitación y
entrando a la derecha, el baño, más bien el lavabo que está separado de la
regadera y la taza por una puerta corrediza.
Una vez lista, me
siento en la cama y dejo que el resto de mi cuerpo caiga en ella suavemente. Es
fácil perderse en los pensamientos con un techo blanco y la lluvia sonando,
cierro mis ojos un momento, dejo mi mente en silencio y escucho como la lluvia
golpea sobre el cemento del patio y en la ventana, puedo olfatear el olor de
tierra mojada que hay cuando llueve, tan delicioso que me hace querer quedarme
así.
Unas risas fuertes
y grititos de diversión me sacan de mi estado de ensoñación y recuerdo que no
eh visto a mis bebes en un buen rato. Extraño a mis pequeñas.
Salgo de mi
habitación y me dirijo a la estancia que está enfrente del cuarto, pero ya no
están ahí, escucho que alguien canta y ríe en la cocina, así que giro a la
izquierda por el mini pasillo y el medio baño, desde aquí se puede ver que
Blanquita está cocinando en la barra. Le pregunto por las niñas y me dice que
se encuentran en la sala.
Paso la cocina
hasta llegar al comedor y por la ventana-puerta que esta tiene puedo ver que el
carro de Rafa está entrando. Al parecer el también salió antes.
Camino a la
izquierda para llegar a la sala y rodear la chimenea, ahí están mis bebes,
sentadas en frente de esta y dibujando, recostadas en su pecho sobre la pequeña
alfombra. No me notan que estoy ahí, así que solo las observo y me dirijo al
sillón para sentarme.
Al minuto entra
Rafa y las niñas corren a sus brazos gritando Papa, él las toma en sus brazos y le da un beso a cada una en la
frente. Deja a las niñas en donde estaban dibujando y se acerca a mi dándome un
beso, sus labios tienen un sabor amargo entre cigarro y menta, sabe tan bien
que no me quiero separar de él, pero en ese momento Marijo se levanta y nos
comienza a contar como le fue en la escuela hoy.
Rafa se sienta a mi
lado en ese sofá grande de la esquina, que también tiene una ventana que deja ver
como cae la lluvia, con ganas, como si no se fuera acabar, mi esposo pasa su
brazo sobre mis hombros y comienza a reír con lo que Marijo está contando.
Miro a mis hijas y
a Rafa. Pienso que nada en la vida puede ser mejor que esto, la lluvia sonando
en la calle, la chimenea dándonos el calor que nos relaja y mis hijas creciendo
cada vez más rápido, aunque no quiera que eso pase.
Recuesto mi cabeza
sobre su hombro, me da un beso en la frente, y me susurra: Te Amo.
Nos quedamos un
rato más platicando hasta que nos llaman a comer, nos levantamos y vamos
derecho al comedor, ahí Mía es la que nos cuenta como le fue, aunque no le
salgan bien las palabras, pero ella lo intenta.
Al final del día,
Rafa y yo vamos a nuestro cuarto y las niñas a los suyos que están enseguida de
nosotros, a lo largo del pasillo.
Cuando estamos
acostados me abraza, me da un beso de buenas noches con ese sabor que me gusta
y cierro mis ojos, pienso en que mi vida está completa y no necesito nada más,
a pesar del ajetreo que hay fuera de estos muros, los tengo a ellos para vivir
cada día como si fuera el ultimo.
Todavía en sus
brazos siento como se deja llevar por el sueño hasta que cae dormido y después
yo.
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